Estamos en Navidad. Llueve. El invierno nos atrapó con su tejida red de nubes. Hace días una estrella se instaló en el torreón de nuestro castillo. De noche, se ilumina y alumbra las milenarias piedras. Parece que nos quiere indicar el camino. Un camino que a veces nos cuesta encontrar. No obstante, hoy es Navidad. Felicidades.
Enero 2010 Archives
Hace ya muchos años, en un viejo convento de nuestro imaginario pueblo, donde los "hombres de Dios oraban", ubicaron un colegio. En sus aulas encaladas, niños de varias generaciones aprendieron a ser hombres. Y los años pasaron y pasaron. Y los niños crecieron y crecieron. Y otros niños vinieron y se formaron. Y así, durante mucho, mucho tiempo. Tanto, que las aulas encaladas se fueron haciendo viejas. Y las viejas tejas se fueron desgastando y las paredes sufrieron el inexorable fluir de Kronos. Y un buen día, hombres que por allí pasaron, vieron que el viejo colegio ya no servía. Tiempos nuevos para hombres nuevos. Niños de nuevas generaciones que necesitaban instalaciones acordes a los tiempos que vinieron. Y el viejo convento casi se vino abajo. Y aquel invierno, que nos recordó los inviernos de antes, cuando llovía y llovía, las encaladas aulas ya no aguantaron más. Y yo, que también estuve allí, me acordé de los años fríos. De las mañanas heladas y los carámbanos. Del brasero de cisco en los pies del maestro, en su tarima. Y de otros niños con frío de otros tiempos....
Ahora, necesitamos un nuevo colegio, pero no hay dinero. ¡ Qué extraño ¡ ¡Quién diría que en la era de la modernización, de la "imparable", de la "nuestra", el dinero se acabó.¡
Cosas de la época que nos tocó vivir, la era de los mediocres....