Hace algunos años, con más voluntad que acierto, intentaron cambiar la faz de nuestra fortaleza. Pero claro, las piedras y los fantasmas no entienden de voluntades y progresos y aquello no funcionó. Además de seguir con la herida de sus murallas, el patio de armas se llenó de hormigón y ladrillos que, tras su abandono, fueron cayendo en la desidia y la desatención. Es curioso contrastar como las nuevas construcciones envejecen a un ritmo y con una rapidez que nada tiene que ver con el deterioro de las milenarias piedras. Pareciera que lo antiguo es lo moderno y lo moderno vetusto. Ahora se pretende rectificar lo realizado y devolver a los espectros lo que de los espectros es. Ya veremos....
ALANÍS, un pueblo imaginario...4
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